Desde mediados de diciembre que se impusieron nuevas normas para contener al coronavirus que el sector cultural está cerrado. Teatros, museos, galerías, cines, etc. no pueden abrir sus puertas mientras que, desde el pasado sábado, actividades como masajistas, peluqueros, gimnasios y tiendas no esenciales ya pueden realizar horario normal.
En igual situación se encuentra el sector de la restauración; desde mediados de diciembre que no pueden tener clientes ocupando mesas, haciendo recogida de comidas. El pasado sábado este sector, como protesta, y con el visto bueno de los ayuntamientos, pudieron abrir por un día sin tener problemas con la policía.
Hoy, tocaba el turno de protestar en el sector cultural. Decenas de museos y teatros en todo el país han abierto sus puertas para ser, por un día, un gimnasio, una peluquería o una tienda. Pero como empieza a ser la norma en este país, el sector cultural es el último mono y así como os hemos explicado que los ayuntamientos fueron permisivos con la restauración, éste no ha sido el caso de las instalaciones culturales. En ciudades como Amsterdam o Rotterdam, los ayuntamientos han enviado a la policía para que dichas instalaciones cerraran sus puertas; eran las 11 de la mañana. En otros museos fuera de las grandes ciudades, como el museo Kröller-Müller que se encuentra en Otterlo, a pesar de recibir aviso de cerrar, han continuado con sus actividades. Otros museos han tenido que continuar sus actividades fuera por el cierre apresurado por parte de la policía.
La pregunta que se hace todo el mundo es: ¿Qué está pasando con esta sociedad cuando es más importante abrir una tienda donde todo el mundo va como abejas a la miel, donde los pasillos son estrechos y tienes que tocar a la persona que quieres pasar, mientras que las instalaciones culturales que pueden trabajar con reservas, que tienen vigilantes de salas y que, como es el caso de teatros y cines, se te da? Pensemos…





