Ayer, 15 de octubre, la estación que recibe 250.000 pasajeros diarios cumplió 123 años.
En la segunda mitad del siglo XIX, construir una estación de estas características representaba un gran desafío, tanto por la elección del emplazamiento como por la dificultad de la construcción en sí misma. Sin embargo, este ambicioso proyecto supuso un gran avance para la ciudad de Ámsterdam.
Una vez seleccionado el lugar ideal para la nueva estación de trenes, la sociedad quedó dividida. Algunos creían que sería un obstáculo para las actividades marítimas, las cuales habían sido clave en la riqueza de la ciudad. Otros, en cambio, vieron en la estación una gran oportunidad para impulsar la economía local.
Finalmente, se tomó la decisión de construirla, lo que requirió la creación de una isla artificial en el IJ, un trabajo que comenzó en 1869. Construir la isla y la estación sobre ella tomó 20 años, enfrentándose a múltiples retrasos debido, entre otras cosas, a la colocación de los 9.000 pilotes sobre los que se asienta la estructura.
En 1875, se encargó el diseño del edificio ferroviario a los arquitectos P.J.H. Cuypers (el mismo que diseñó el Rijksmuseum) y Al van Gendt.
Finalmente, el 15 de octubre de 1889, se inauguró la estación, que con el tiempo se convertiría en uno de los lugares más concurridos de Ámsterdam.